La capital española acogió la XXVI Jornada Mundial de la Juventud.
Más de un lustro después, hay quien todavía se emociona cuando recuerda lo que se vivió en Madrid del 16 al 21 de agosto. Aquel verano de 2011 inundó las calles madrileñas de jóvenes principalmente, en unas recordadas jornadas que, bajo el lema “Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe”, congregó a alrededor de dos millones de personas. Como suele suceder en las zonas de interior en verano, las calles se quedan desiertas. Sin embargo, Madrid dio un loable ejemplo de fe que testimonia el futuro de nuestra religión.
Durante la anterior Jornada de la Juventud, en Sidney, en 2008, anunció que Madrid sería sede del próximo encuentro. Comenzó entonces a ponerse en marcha un evento que, por sus dimensiones, requiere años de organización. Los primeros pasos fueron la composición del himno, el logo y el sello conmemorativos, mientras que el recorrido de la Cruz de los Jóvenes comenzó con la entrega de los jóvenes australianos a españoles en 2009. Posteriormente, tanto la Cruz como el icono de la Virgen recorrieron las sedes que conforman la diócesis de Madrid para posteriormente hacerlo por el resto del país. En nuestra diócesis la cruz y el icono lo hicieron en Noviembre del 2010.
Los días anteriores a la JMJ, tuvieron lugar los llamados «Días En las Diócesis» (los DED´s). Nuestra parroquia acogió en familias durante esos días un grupo de 40 jóvenes italianos.
El día 16 daba comienzo el primer día de las Jornada Mundial de la Juventud. Benedicto XVI llegaría al aeropuerto de Barajas al mediodía del 18 de agosto, pero un día antes, los peregrinos recibieron catequesis de diversos obispos en 285 lugares de la ciudad, desde iglesias hasta polideportivos, pasando por auditorios y colegios. Ya el 18, un grupo de niños aguardaría en Barajas la llegada del pontífice, quien fue recibido por los reyes de España y después por el presidente del gobierno y varias autoridades. Más de dos mil personas esperaban en el aeropuerto su llegada. La primera de las charlas que dio tuvo como eje principal a los jóvenes y la situación social en la que se encontraban, acuciada por la crisis económica, mientras que por la tarde tuvo palabras para animar a los jóvenes a encontrarse con Cristo. Antes de terminar, abordaría también cuestiones tan espinosas como la eutanasia y el aborto, recalcando que es necesario rezar por aquellos que se han alejado de la Iglesia o se han apartado de ella.
El día 19 las miradas se centraron sobre todo en el Vía Crucis que se realizó con distintas imágenes de la Semana Santa española provenientes de diversos puntos de la geografía. Durante la madrugada anterior, las imágenes fueron trasladadas desde los templos en los que se encontraban al lugar donde se realizaría el Vía Crucis. Especialmente, llamó la atención el traslado del Cristo de la Buena Muerte de Málaga, pues fue portado por los legionarios hasta la avenida de Colón. Antes, Benedicto XVI se reunía con Juan Carlos I en el palacio de la Zarzuela, y con diversas órdenes religiosas, en esta ocasión, en El Escorial.
El día 20 fue el turno de las confesiones. Para ello se instalaron alrededor de 200 confesionarios en el parque del Retiro, mientras que por la tarde el prelado visitó la Fundación Instituto San José, regentado por la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios. También fue el turno de la vigilia de los jóvenes con el Papa, utilizándose para ello la custodia de Enrique de Arfe de la catedral primada de Toledo. Finalmente, el domingo 21 de agosto se celebró una multitudinaria misa en el aeródromo de Cuatro Vientos, dando por terminadas las jornadas, no sin antes anunciar el nombre de la próxima ciudad que acogería las Jornadas Mundiales de la Juventud.
La JMJ fue el último gran evento que Benedicto XVI presidió. La siguiente jornada, en cambio, sería presidida por el Papa Francisco, en Río de Janeiro, en 2013. Medios de comunicación españoles y extranjeros cubrieron toda la información relacionada con este gran acto y la transmitieron a todos los lugares del planeta. Sin embargo, quienes estuvieron presentes son los únicos testigos que saben lo que aquel evento significó y guardan en su corazón momentos inolvidables, recuerdos de un sueño que todavía sigue presente.
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