Después de dos años sin poder salir por las calles de la ciudad debido a la pandemia, un nutrido número de personas personas, en su mayoría jóvenes, acompañaron, como ya es costumbre cada Martes Santo, a la cruz desnuda en silencio, orando y cantando en el Vía Crucis de la Juventud, que este año comenzaba pasadas las nueve de la noche en la parroquia de San Nicolás y caminó por las periferias de la ciudad hasta la parroquia de San Pedro Apóstol, en la Colonia Sanz Vázquez.  Es una de las convocatorias más consolidadas de la delegación de Infancia, Juventud y Universidad de la diócesis.

Dada la situación de conflicto que está sufriendo el mundo, en particular nuestros hermanos Ucranianos, el lema escogido para este año ha sido «Artesanos de Paz». Así rezaba la gran pancarta con la que abría el Vía Crucis. Cada una de las parroquias intervenía en las distintas estaciones, que se iban sucediendo con el recorrido, donde los jóvenes se turnaban a llevar la Cruz desnuda, acompañada por antorchas y por carteles que recordaban el compromiso de los jóvenes como constructores y artesano de esa paz tan anhelada. Un equipo de megafonía daba volumen a las oraciones y los cánticos, con la participación de un grupo de guitarras en el Via Crucis, mientras que los feligreses encendían sus velas para acompañar.