El pasado sábado 10 de agosto, un numeroso grupo de Guadalajara marchábamos rumbo a Taizé. Había nervios y expectación por parte de los que no habíamos ido nunca. En mi caso, sabía que iba a ser un viaje que me iba a cambiar, pero nunca imaginé que fuera una experiencia tan especial.
El domingo ya en Taizé nos reunimos 3500 jóvenes procedentes de un gran número de países dispuestos a buscar a Dios, compartir nuestras experiencias y dejarnos en sus Manos.
El jueves, día de la Asunción, tuvimos la suerte de compartir con Andrés su incorporación en la Comunidad de Hermanos de Taizé. Una ceremonia preciosa y muy emotiva, al pensar que en la Iglesia de la Reconciliación había una gran diversidad de religiones y creencias y todos estábamos pidiendo y rezando por el hermano. Este fue el momento en el que yo sentí que Dios nos hablaba muy alto y muy claro, nos llamaba a la unidad, a confraternizar. Allí se hace evidente que lo que nos une es mucho más que lo que nos diferencia.
En el día a día de Taizé el horario está muy bien organizado y hay tres momentos principales de oración, siendo la de la tarde-noche la oración más importante. Por tanto, es un lugar en el que puedes compartir con tus hermanos todo lo que has vivido, tus experiencias de Dios, tu inquietud en la búsqueda de Él, tus dudas y miedos, etc. Pero principalmente, tienes tiempo para hablar con Dios directamente, preguntarle, reflexionar sobre lo que estás viviendo allí, pedirle que sea más claro en lo que quiere para ti… Y puedo afirmar rotundamente que cuando se le pregunta directamente y se le da el tiempo necesario para confiar y ponerte en sus Manos, Jesús nos habla y lo hace muy muy fuerte.
En Taizé Jesús toca los corazones porque le ves y le sientes en todos y cada uno de los ojos que miras, en cada una de las canciones que cantas en las oraciones, en los momentos divertidos del Oyak, en los preciosos paisajes que rodean al pueblo y también en cada una de las lágrimas que derramamos los que estábamos allí por diversos motivos. ¡Y qué bien sienta que Jesús toque tu corazón!
Gracias Taizé por ser la experiencia más bonita e importante de mi vida.
M. G.
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